jueves, 31 de agosto de 2006

Una vieja anécdota.

Hoy contare alguna anécdota más penosa que graciosa.

Hace mucho tiempo cuando me vine a vivir a Michoacán, (hace unos 12 ó 13 años). Fuimos con un par de amigos a caminar por el cerro. Si se nos antojaba alguna fruta feliz y aventuradamente nos introducíamos a alguna huerta a cortar algún fruto.


En una ocasión dimos con una huerta que tenia una alberca no muy grande.

Mis amigos preguntaron.

-¿Sabes nadar?-

- Si claro.

- Métete.

(- No, para que, no tengo que probar nada, yo se que se y se muy bien, aunque de hecho si quería).

- Métete.

Insistieron demasiado y opte por meterme. Yo no traía short así que como éramos puros niños y pues no había mucha pena, también no quería ir cargando de regreso con algo humedo. Pues me quite todo y... a nadar libremente por la alberca. (que en su mayoría tenía agua de lluvia.) Libremente como un pez me deleitaba dentro del agua a más no poder, enseñaba todos mis trucos y habilidades. (Que realmente eran muy simples pero yo maravillado y orgulloso de ellos).

Resulta que en una de esas competencias a contratiempo, tratando de recorrer la alberca en su totalida, llego al otro extremo de la alberca, asomo la cabeza a la intemperie y ¡wala! Ahí esta señores, una señora con sus hijas de mi edad viendo mis grandes destrezas bajo el agua. Justamente en esos momentos me decía. Pen**** no te hubieras metido, si tan solo no te hubieras dejado llevar, por los comentarios de estos pend***. Me tapaba lo más que podía, pues estaba totalmente desnudo y luego aquello con el frío y la pena pues huu. Mis amigos cambiaron esa seriedad de estarme viendo nadar por unas carcajadas inmensas.

¿Sería la dueña? Eso nunca lo pregunte y tampoco lo sabré. Mis amigos la entretenían un poco y después me dicen enfrente de la señora con sus hijas:

- Oye ya salte, ya vamonos –

- Hmm, no, en un rato, solo quiero estar un poco más.-

(Seguramente me saldría desnudo como si nada y las dos niñas de mi edad viéndome junto con una señora desconocida, tengamos en mente que yo venia de la ciudad y sentía más pena que nada.)

Secretamente (con señas) le digo a un amigo que me pase el calzón que esta exactamente a medio metro de donde esta parada la señora. Uno de ellos me lo avienta y cae en medio de dicha alberca…yo volteaba a otros lados para que no me vieran tanto mi cara y no me puedieran reconocer después.

La que para entonces era una alberca chica para dar mis piruetas olímpicas, en ese preciso momento se me hacia tan larga como el lago de cuitzeo. (Lago de Michoacán).

Hice un movimiento al mi estilo submarino y me sumergí lo más que pude, jale mi calzón flotante é inmediatamente me lo puse, me regrese al extremo de la alberca para aún así mantener mi distancia entre la señora y yo.

Llego al concreto, lo siento y Salgo a la superficie. ¡WALA!. La muchedumbre ya había partido. Me cercioro, y me dicen: "Ya se fue." Salgo como un rayo del agua y cercas de un árbol me quito el calzón y me pongo el pantalón.

Con calzón en mano emprendimos nuestro viaje de regreso a casa lo más rápido posible.

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